
Pero nada de esto es real. Mister Fleming, en la Facultad, nos lo ha aclarado, sin piedad, definitivamente, en su español acerbo. Ni tus labios, ni las caricias que necesitas, ni tu cuerpo maravilloso, ni el tiempo, ni el paisaje lleno de crepúsculos rosas, ni las olas, ni el pueblo de casas blancas. Nada es real. Sólo se trata de creencias, de percepciones con las que estoy construyendo una tarde de verano. "¡Pura construcción mental, señores! Lenguaje y discurso asertivo que se desplazan desde la percepción hasta los labios. No hay hechos en los que se pueda fundar esa pretendida realidad. Entenderlo es vivir"
Entonces, ¿Cómo te lo digo? Ni tú ni yo somos existencias reales. Solo estás aquí porque te percibo y, de alguna manera nuestras percepciones se han cruzado. Pero, digo mal, no estás. No puedes estar porque no eres. Tampoco yo. Entonces, para esta tarde quedan dos alternativas únicas. Termino definitivamente con estas amargas percepciones que me hacen construir constelaciones de irrealidades. O mando a don Fleming al tarro de la basura. Y nos vamos a conversar un trago en el bar, antes de dejarnos llevar por la desnudez de la piel, entre tus besos y mis manos afiebradas en la morbidez de tu lecho.
Pintura de Jesús Molina
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