sábado, 5 de julio de 2008

EL NUEVO DIOS

Leí por ahí que hay gente buscando, en las cansadas rutas del mundo, la presencia de los dioses nuevos. Entiendo, dioses de ahora, desligados de las viejas teologías que encadenan de una u otra manera a los hombres de hoy, sumidos en las otras cadenas, las tecnológicas. ¿La búsqueda es teología o simple filosofía?
Me pregunto para qué.

Las castas más ancianas se durmieron. Ya no conmueve el viaje de Isis, ni el despertar de Osiris. Mazda es un desconocido. Brahama y su coorte duermen en el fondo de los ríos sagrados. En el mundo occidental viven, todavía poderosos, el sueño humanista del Carpintero de Belén y sus Iglesias, aunque sabemos que estas últimas no nacen del misterio, sino que del hombre y su historia. En ambientes pequeños, como el mío, el Pillán ordena los ciclos de la naturaleza y Chao Che Ngechén protege a la Gente de la Tierra, en espera de que Kai Kai Vilú y Tren Tren Vilú despierten para continuar su lucha titánica y definitiva.

¿Cómo sería el dios nuevo? ¿Postmoderno y globalizado?. Sin duda un heredero. Cuya simiente fue establecida en los tiempos primeros, cuando gobernaba la Diosa, en cuyo regazo nacieron las vírgenes negras. Cuando Zeus venció a los Titanes. Simiente dormida, en espera de estos tiempos difíciles, cuando los seres humanos ya se han cansado de creer y sólo repiten los ritos... vacíos, apenas respuestas condicionadas, ordenadas al bochorno ceremonial, al "te veo en la misa del domingo (solamente porque es socialmente bueno estar ahí)". Tendría que ser capaz de unir todos los pensamientos y sentimientos salvíficos. Tendría que tener la capacidad de hacer verdaderos milagros; por ejemplo fractalizar el tiempo y hacerlo asequible. Todo el resto de los "milagros" ya están hechos y controlados por la ingeniería y la medicina. Tendría que ser solamente magnánimo. Tendría que revalorar las palabras, principalmente la idea de bondad y la idea de justicia y la idea vilipendiada de libertad.

Entonces, otra vez al Monte Calvario. ¿Cómo creer en un destructor de las instituciones? ¿En una especie de revolucionario tardío, por completo ajeno a las sagradas normas del Desarrollo Económico?No sé como llamarlo. Pero esta tarde, en un rincón de mi jardín, encenderé dos o tres blancas velas. Y preguntaré al Universo con qué oración se le puede convocar. Quizás me respondiera. Quizás fuera posible volver a creer.

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