martes, 2 de septiembre de 2008

OTRA VEZ LUNES

Tarea prevista: Caminar por calles aledañas y patear piedras sin piedad. Lo hago desde siempre. Alguna vez hubo razones. Ahora sólo es hábito. No sé si bueno o malo. Sólo hábito. Sin valor. No utilizo ninguna maldita cesta de justificaciones. Ni siquiera recurro a algún dilema moral que me obligue a tomar partido. Nada de eso. Te sorprendes, abres tamaños ojos y dices: He ahí materiales para psiquiatras. Te equivocas. Detrás del hábito no hay conflicto alguno. Varias veces en el día se me cuelga una sonrisa y hasta se escapa una carcajada. Pero no prescindo de patear piedras. Apoltronado en el cinismo podría alegar que no es culpa mía que las calles de la ciudad tengan piedras en las aceras. Hasta podría llenar paredes con protestas. Los alcaldes son tan ineficientes que ni siquiera han sabido eliminar las piedras. Y ahí están. Reinando soberanas sobre el paisaje de este invierno que, por primera vez, llegó hasta mis huesos. Y como ahí están, las pateo. Ni siquiera me divierte. Después no me siento bien. Ni mal. Simplemente no me siento. Da lo mismo. Nada hay que sentir, ni desear, ni bendecir, ni maldecir. Otra vez mi amigo y los estados de conciencia: Es una conducta típica de un pensamiento que va cayendo como velocista en la esquizofrenia: Ausencia absoluta de la capacidad de sentir afectos; entonces, dale, al psiquiatra. Pero otra vez te equivocas. No se trata de falta de afectos; los tengo. Y en demasía. Lo que me deja en blanco, en ausencia de sentidos, es el hábito. Salgo de mi casa y pateo piedras. ¿Nunca le ha ocurrido? ¿No hace cosas, en su día de trabajo, que no tienen significación alguna? ¿No las hace porque sí? ¿No da exactamente lo mismo un sí que un no? Mi amigo me explica que estoy perdiendo el sentido estético. Las piedras, con sus silenciosas texturas, son parte del paisaje urbano; poseen un contenido y un sentido y dan a las calles de mi ciudad una cierta entidad de abandono, de fotografía en sepia, que convoca al pasado aún cuando en la esquina ya están construyendo paredes y rejas de la última tecnología citadina: Nuevos encierros para los hombres libres. ¡Estética!... ¡Qué demonios! Las pateo igual. Qué otra cosa puede hacerse con la estética.Ya regresaré a casa. Para procurar que este lunes termine. Y venga otro día.

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