viernes, 15 de agosto de 2008

UN VIAJE HACIA LA NADA

El viejo barco, velas desplegadas, tomó, bufando, el derrotero a barlovento. La noche envolvía a Valparaíso con su legendario manto de luces, espíritus vivos zigzagueando entre los cerros. La bahía se abría a la mar océano y a la noche, negra, sin horizontes, sin promesas.
El Floro, acodado en un rincón de popa, miraba cómo se alejaba el Puerto. Todavía lograba identificar el Cerro Barón. Allí estaba su casa, su familia...... y los problemas. Ancud era un buen lugar para vivir escondido. Si fuera necesario, pasaría a Argentina y ya en el otro lado, la geografía tenía inmensidad de soledades e infinitos.
Fue un equívoco que el Flaco transformó en certeza. La electricidad salía a raudales de los cuerpos y llenaba el espacio del barrio barriendo las buenas intenciones. En el baile del sábado pasado, la Mariposa insistió en bailar con el Floro. La Mari había sido su novia hacía años. Ahora era ?la firme? del Flaco. Bailaron y conversaron unos minutos sobre el pasado. La Mari le dijo que todo estaba bien. Y él le respondió deseándole dicha. Para el Floro eso era todo. Pero el Flaco, exacerbado, se enfureció. Dijo a sus partidarios que el Floro había insultado a la Mari. Que intentaba quitársela. Que habría venganza. Lo encontraría en la plaza y a puñetazos dejaría al Floro hecho mierda.
El día fue el sábado siguiente. El reloj de la Iglesia daba las nueve campanadas cuando se produjo el encuentro de las dos pandillas avivándolos. El Floro intentó el diálogo. Le dijo al Flaco que jamás había pensado en insultarlo. Que reconocía a la Mari como su mujer y que lo respetaba. El Flaco no quiso oír. Un puñetazo a la mala tiró al suelo al Floro. Este se levantó y empezó el dar y el recibir. El Flaco sintió que iba a perder la pelea y sacó a relucir su cuchillo. El Floro, alarmado, sacó a respirar el suyo. Se amagaron unos instantes y el Flaco se lanzó contra su contrincante. El Floro sintió como el acero entraba en la carne caliente y la destrozaba.
El finado quedó tendido en el suelo. Las dos pandillas huyeron del lugar. La familia del Floro lo embarcó en el falucho del tío Belarmino. El Floro, acodado en un rincón de popa, llora, mientras la belleza de Valparaíso es tragada por la noche.
Foto:Bahia de Valparaiso de noche.

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