jueves, 2 de octubre de 2008

UN PASEO POR EL PATIO


No es fácil tener diecisiete, profe...

Caminábamos el patio. Paso lento. Un sol débil, mañanero. Daniel habla a silencios. A punto del desborde de palabras aherrojadas por años.

- Caminar sin descanso... Había murallas....y encima... gendarmes armados.... Miraban altaneros... ... Tres años profe... ¿Sabe? Tengo el cuerpo lleno de cicatrices... ... No me dejé violar... Pelear fue mi salvación... también mi maldición... La peor vez fue contra cinco malditos que habían amenazado darme por el culo... Todos los demás, buitres que esperan. Lanzaban tajos. Yo respondía con mis puños. Tiré a dos antes que llegaran los uniformes. Arrancaron. Me quedé... ... quince días castigado. Un plato de caldo frío, bituminoso, al día. En oscuridad sin contornos... ¡Cómo odio la oscuridad!...

- Eras bueno para los puñetes.

- Demasiado.... ¡Maldita sea!... ... Las pandillas del barrio... Nos juntábamos para pelear. Sin razones. Solamente enfrentarnos... Retozar... Mirar a los otros con odio... El espacio espeso de insultos antes de echarnos encima para hacernos polvo... Y burlarnos de los derrotados... ,.. Esa tarde nos hicieron ruedo. El mejor de ellos y yo... Pegaba bien el cabro... Me tenía adolorido y casi inmovilizado... Un par de bofetadas seguidas de dos patadas en la cara. Casi me tumbó... Entonces... amagué... ... tiré la mano derecha... Sentí que algo se quebraba... ... ... El muchacho cayó al suelo... ... Muerto...

Medio patio en silencio.

- Me senté al lado del finado. Esperé a los pacos... Lo demás es pesadilla. Una celda. Un juicio. La prisión... Más de tres años... Salir al miedo, recóndito, redoblado cada vez que me miraban fijamente... No había amigos. Ni familia... ... Una maratón de soledad... Hasta que encontré a la cholita. Y me casé... ... Y todo empezó a cambiar... Lentamente... hasta ahora, profe.

- Gracias por tu sinceridad... Pero...¿por qué...?- Es que ya se acaba, profe... ¿Puede entender lo que es la Universidad para mi? En pocos días más el examen de grado. Después... seré un profesional. Todo lo demás atrás y al olvido. ¿Por qué usted?... ... Es que tengo que dar las gracias. Ustedes me salvaron. Me hicieron el hombre que quise ser. Sé que se lo dirá a sus colegas. Si pudiera besar las manos de todos ustedes...

- No es necesario, Daniel. El sol tembloroso. Las ramas vacías del invierno. Las miradas que se cruzan y se hermanan. Daniel va a su sala, a trabajar. El cansancio, acumulado de muchos años, que repentinamente desaparece y me hace sentir, otra vez, joven, con esperanzas renacidas.



Pintura:Esperanza mía de Hugo Gambetta

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