viernes, 15 de mayo de 2009

Cacharros. Hambre. Dionisos…

El hombre, muy joven
Al bajar de los altos montes
De arriba
En la cordillera
Encuentra siempre
Inevitablemente
Lo
Mismo.

Soy portador de lo nuevo
Dijera
Y en la plaza
A
Golpes
De
Puño
Y
Pies
Lo tundieran.

Bebiste la leche de la aurora
Su padre
Le dijera
Contigo nació la poesía
Y la danza
Y los maitines

¿Cómo no creer en
La palabra de mi
Padre?

Entonces,
Artefacto, con perdón
De
Don Nicanor

“Véndese o arrienda
Un Hombre Infinito”
Cansado de esperar

O
La nefasta contradicción

“Te amo con toda el alma mía”
Pero, niña, ¡Joder!
¿Aún no lees a García?

“¿Para qué quiero tu alma?”

Quiero tu piel enfebrecida
La humedad temblorosa de tu sexo
Tu cuerpo
Y
No
Tu
Alma discutible
Quiero.

El muchacho, aún joven,
Continúa
Descendiendo
Y
Otro:

Véndense o arriendan
“Astros
Azules”
Cansados de su tembloroso
Titilar.

¡Cien años de
Mentira azul, don Pablo!

No son azules
Ni titilan

El cielo es negro
Abisal
Terrible
Nada ominosa de la nada
Soledad
Ausencia de amor.

¡Aro, aro, aro…!
Dijo el huaso Montoya
Le pongo rienda corta
Y me afilo a la Yoya…

Una vieja radio
A pilas
Nos cuenta
Que la
Malena
Canta
El tango

Y todavía tiene
Penas
De Bandoneón…

Todo regresa a su origen
Y repites tu vida
Hasta la saciedad
Una vez
Y otra
Y el viento que cae del Norte
Que está
En ninguna parte
Y el día en que caíste del nogal
Y la noche
Del primer amor
Y hasta
Esta araña que teje
Su
Red
En la esquina
De mi ventana…

Y los llantos del
Trovador
Fatigado
Del cantar
Y del descubrimiento
De
La
Palabra

¿Tiene algún sentido
Mi descenso
Angelical?

Otro más:

Véndense o arriendan
Los mil quinientos
Ángeles
Sentados
En la
Cabeza
De un
Alfiler
Están cansados
De reírse
De la tontería
Medieval

Que sigue siendo

Mientras los volantines
Se elevan
A los cielos de
Setiembre
Y te recuerdo
Porque
No me queda más
Remedio
Que recordarte
Sentados en
La plaza de la esquina
Y nos reíamos
De los zorzales que querían
Ser
Golondrinas.

Solo angustias
Y más contradicción:

Ya caminaba entre
Las calles
De la ciudad
Moderna
Aquí cemento y más cemento
Allá
Paredes de cemento
Para la
Carretera urbana
Con peaje,
Si, señor
Y rejas en medio del cemento
Y él gritaba:
¡Os traigo libertad!
Y encendía un candil
Para encontrar al dios
Fallecido
Que solo muestra
Su
Sombra
En las ominosas
Cavernas
De las más lejanas
Montañas.

¿Y dónde el aroma
De las rosas?

¿Y dónde las macetas
De alelí?

¡Padre… me has mentido!

Se vende o arrienda
El Paraíso
De las almas buenas.
Tiene poco uso.

¡Ah… guitarra nochera…!
De los huasos que
Bajan pa Puerto Aysén
Voy junto a
Su tropilla
De
Cariblancos
Con mi angustia
De
Trovero anciano…

Nos falta poco

Casi vemos
El fin
Del
Mundo

Nos hundiremos en su niebla

Y, por fin,
Habrá silencio.

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